Por Oscar Picardo Joao opicardo@uoc.edu
Conversando con la especialista en educación de la Universidad de Harvard Elizabeth Imende, sobre los grandes problemas de calidad de nuestro sistema educativo, me propuso una metáfora muy apropiada: “Lo que ocurre en las clases es como un equipo de fútbol que entrena, entrena pero nunca juega el partido y esto frustra a los alumnos”; efectivamente, se enseña y aprende sobre la base de supuestos teóricos (libros de texto) y no sobre problemas de la vida real, lo que hace poco significativo y poco relevante el aprendizaje, inclusive se llega a niveles de frustración elevados.
Pero más allá de la metáfora, la especialista también comentó que percibe serios problemas en lo que ella llama classroom management (administración de la clase); al respecto ella anota diez causas a la base de este problema: 1) El profesor no tiene liderazgo ni una presencia de autoridad en su clase; 2) Trabajo inapropiado (el trabajo es muy difícil, muy fácil o no es adecuado al estilo de aprendizaje del alumno); 3) Instrucción aburrida (el profesor no tiene la experiencia, estrategias o personalidad para enseñar de manera dinámica); 4) Instrucción confusa (el profesor no es claro sobre lo que los estudiantes deben estar haciendo); 5) Expectativas y consecuencias no claras; 6) Alumnos se sienten sin poder (no se les dan las oportunidades para interactuar con o influir en el curriculum; 7) Causas físicas ( por ejemplo, un estudiante con mala visión y no puede ver lo que el profesor escribe en la pizarra o un alumno con audición deficiente); 8) Ignorancia acerca de cómo se espera que se comporten (el profesor no ha explicado a los estudiantes las reglas del aula); 9) Choque de valores (a los alumnos se les permite comportarse de una manera en su casa, pero esto entra en conflicto con la conducta que se espera de ellos en el colegio); y 10) Problemas emocionales / psicológicos.
Una tercer aporte importante de la profesora Imende es su visión de curriculum, con mucha certeza ella lo “personaliza” del siguiente modo: “El currículo debe ser un consejero y no un dictador”; esta aseveración exige un amplio margen de creatividad e innovación en el uso responsable del currículo, pero ante todo su uso, ya que muchos docentes, no sólo, no lo utilizan sino que ni siquiera lo conocen.
De esta trilogía de consejos académicos llegamos a tres grandes conclusiones: Primero, el protagonismo constructivista de los estudiantes debe emerger sobre la base de situaciones reales de aprendizaje apoyadas por el docente como mediador; cuando a un estudiante no se le pueden dar razones de porqué está aprendiendo algo mejor no enseñarlo, es decir cada docente debe estar preparado para justificar el aprendizaje desde circunstancias reales (léase competencias); y sobre todo, las diversas teorías de Matemáticas, Lenguaje, Sociales y Naturales deben estar asociadas a la vida real (el partido) y no a un escenario hipotético (el entreno). Segundo, además de la relevancia, el docente debe administrar muy bien el tiempo y el entorno, y no dejar que éstos lo desborden; para ello el docente deberá planificar muy bien lo que sucederá en el tiempo de aprendizaje. Tercero, esta anterior administración –sobre la base curricular- deberá contar con una cuota de creatividad e innovación, guiada por el currículum e interpretada magistralmente por el docente y sus estudiantes en el aula.
Por estos caminos podría avanzar la reforma educativa, por la transformación del quehacer educativo cotidiano; no basta el equipamiento, la infraestructura, y sólo queda pendiente en estas líneas una apuesta total del Estado y de las instituciones para dignificar la situación docente actual, por que lo anterior no se puede hacer sin motivación e incentivos.