jueves, 30 de junio de 2011

Los cómplices de la pobreza…

Por Oscar Picardo Joao                                                    opicardo@iseade.edu.sv


            La pobreza en Latinoamérica tiene nombre y apellido; no es un fenómeno fortuito que emerge de la casualidad; hay pobreza porque también hay empobrecedores, y si bien existen factores socio-culturales que han fraguado ciertas creencias y costumbres que configuran un “imprinting cultural” a modo de círculo vicioso, hay cómplices estructurales que han sido y son parte de este grave problema llamado también el “defecto congénito” (James Robinson, citado por Francis Fukuyama en “Pobreza, desigualdad y democracia, la experiencia Latinoamericana”, 2008)

            Los cómplices de la pobreza –silentes, por comisión u omisión- son de diversa naturaleza institucional, y su complicidad se debe a factores metodológicos o ideológicos; veamos algunos ejemplos.

            Los cómplices políticos: ¿Cuántos millones de dólares se habrán invertido en la década de los 90 para erradicar la pobreza en Honduras, El Salvador, Guatemala o Nicaragua?; una buena cantidad de este dinero está en manos de políticos corruptos, quienes a costa del presupuesto del Estado y de otras maniobras oscuras, incrementaron su patrimonio. En gran medida la principal causa de la pobreza son los políticos latinoamericanos, sujetos sin escrúpulos, demagogos que han hecho de la política un parasítico modus vivendi.

            Los cómplices multilaterles: Gran parte de esos millones ineficientes que se han invertido –y esto de inversión es un término muy elegante- para erradicar la pobreza provienen de préstamos, de la cooperación internacional, de donativos; esa buena fe de los países amigos y esa mala fe de colocar dinero, han sido parte de los ineficaces aparatos estatales o gubernamentales; en no pocos casos las auditorias y evaluaciones señalan que el rumbo y la calidad del gasto va mal, pero a pesar de ello se sigue recurriendo a préstamos y los países amigos siguen aportando dinero; muchos de estos recursos terminan en vehículos muy caros, en gastos de misiones internacionales y en consultorías que informan lo que todos ya sabemos.

            Los cómplices divinos: Son aquellos religiosos que anestesian a la gente con falsos mensajes; hay quienes sustentan un discurso burdo y medieval en donde la pobreza es un mal necesario permitido por Dios para que los ricos hagan caridad y puedan gozar de los beneficios salvíficos; otros se aprovechan de la ignorancia y de la baja escolaridad para cobrar por pseudo-beneficios divinos o mesiánicos, hay quienes sustraen de manera legítima el diezmo a gente pobre para obras cristianas, y mientras la gente sigue en su pobreza pero con fe en un reino de los cielos por venir, sus líderes viven una vida de lujos distante del evangelio.

            Los cómplices gremiales: Sean estos gremiales sindicales o gremiales empresariales, un grupo o minoría que tiene secuestrado el sueño de muchos; gremiales sindicales que tras los discursos de sus conquistas y derechos consagrados benefician a la dirigencia utilizando las desgracias de sus asociados; o gremiales empresariales autistas que sólo piensan en privatizar sus ganancias y socializar sus pérdidas, que disimulan con proyectos de beneficencia y que no dudan en trasladar a la sociedad o a sus clientes las desgracias tributarias y los embates de sus materias primas.

            Habrá que decir que hay políticos honestos, organismos internacionales preocupados por el desarrollo de los pueblos, líderes religiosos parecidos a Jesús, empresarios sensibles y comprometidos con sus trabajadores y clientes y sindicalistas genuinos que no sólo piensan en aumentos de salarios sino en el bienestar de sus compañeros; el problema es que son excepciones…

            Con tanto desarrollo científico y tecnológico, con tanta gente buena,  debe haber una forma de romper el círculo vicioso de la pobreza; el problema es que la ciencia está marginada, la democracia secuestrada y poca gente buena tiene valor para cambiar estos paradigmas.   

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