Por Oscar Picardo Joao opicardo@iseade.edu.sv
El deporte como actividad humana posee un gran potencial pedagógico; más allá del conocido adagio latino de Juvenal: “Mens Sana in Corpore Sano”, que plantea el equilibrio entre el desarrollo biológico y psicológico de las personas, descubrimos en las diversas disciplinas deportivas importantes oportunidades educativas. Es más, el pedagogo cubano Luis Daniel Mozo Cañete en su artículo: “Particularidades de la Pedagogía del Deporte” plantea que el deporte incide en la formación multilateral de la persona, desde el punto de vista físico, funcional, motriz, psicológico, cognitivo y ético.
No alcanzaría ésta -y muchas columnas más- para ir describiendo que aporta cada disciplina como experiencia de aprendizaje, tanto a nivel colectivo (fútbol, basquetbol, rugby, beisbol, voleibol, etc.) o a nivel individual (motociclismo, judo, karate, tenis, ciclismo, tiro, arco, esgrima, natación, etc.); pero plantearemos un intento sintético de ciertas características pedagógicas y didácticas en torno al deporte.
En primer lugar, el deporte en general facilita dos grandes procesos en el desarrollo humano: la motricidad y la sociabilización; las habilidades y destrezas requeridas en ciertas disciplinas, que al inicio poseen una tonalidad lúdica o divertida, favorecen el despliegue progresivo de la motricidad gruesa; asimismo, aunque el deporte sea individual o colectivo siempre hay gente alrededor –entrenadores, padres, madres, amigos o los compañeros de equipo o rivales- y esto es un factor clave en la socialización desde la perspectiva de la coordinación, entendimiento y comunicación.
En todos los deportes hay entrenamientos, tácticas y estrategias, y también conviven los éxitos y fracasos; administrar estos fenómenos configuran una personalidad madura; en efecto, un niño o joven que logra la disciplina del entrenamiento sistemático, con tiempos definidos, se prepara para la vida; quien logre, además, ir mejorando su rendimiento deportivo e ir mejorando descubre que las metas se pueden alcanzar. Por otra parte integramos tácticas y estrategias, y aquí emerge un tipo de inteligencia kinética (H. Gardner), y finalmente, con los resultados éxitos y fracasos aparece la inteligencia emocional (D. Goleman), aprendiendo de los errores, disfrutando con humildad el éxito o celebrando el éxito del adversario.
A pesar de que los seres humanos somos por naturaleza muy competitivos, lo cual se refleja en el lema del olimpismo: “Citius altius fortius” (más rápido, más alto, más fuerte) el deporte en sus diversas manifestaciones –federado, espectáculo, comunitario, escolar e inclusivo- genera un sentido de pertenencia o de identidad a una comunidad regional, nacional o bien a un equipo, y esto es una oportunidad sumamente importante para aquellos niños y jóvenes en riesgo que provienen de hogares desintegrados que necesitan pertenecer a un grupo; dicho de otro modo, el deporte puede contrarrestar las pandillas!! Pero hay más…; ese espacio y ese tiempo que busca el Plan Social Educativo “Vamos a la Escuela” para lograr el “tiempo pleno” se puede encontrar en el deporte, logrando desarrollar actividades extracurriculares deportivas-formativas.
Tuve la oportunidad de darle un vistazo rápido a la nueva política deportiva del Instituto Nacional de los Deportes (INDES) –la cual era una deuda pendiente de la Ley de los Deportes-, y si dicho instrumento cuenta con el apoyo presupuestario del Estado, con incentivos fiscales y con programas de Responsabilidad Social Empresarial, podríamos comenzar a ver como disminuyen los índices delincuenciales, bajo la ecuación hipotética: más canchas y oportunidades deportivas / menos crimen y menos delitos; y porque no pensar, inclusive, en la industria deportiva como generador de empleos y de oportunidades de desarrollo profesional –y vuelvo al caso de mi columna publicada el 22 de Julio sobre España y su desarrollo deportivo-.
Podemos hacer de El Salvador una verdadera República Deportiva, un espacio de masificación, pero también de estímulos meritocráticos al talento…
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