jueves, 30 de junio de 2011

Números con rostro…

Por Oscar Picardo Joao                                                    opicardo@iseade.edu.sv

            Las estadísticas de las desgracias Centroamericanas son datos que van y vienen en informes, noticias e investigaciones; simples números, más o menos alarmantes que de vez en cuando escandalizan, pero fácilmente se olvidan; porcentajes sobre pobreza, exclusión, corrupción, asesinatos, feminicidios, niños trabajando, migrantes, tasa de mortalidad, analfabetismo, secuestros, tráfico de drogas, armas o personas y muchos indicadores más de carácter socio-económicos…a veces “maquillables”, otras veces muy evidentes e incuestionables, pero al final de cuentas son códigos matemáticos...
Hace unas semanas, la reconocida periodista de CNN Carmen Aristegui entrevistó a los periodistas Óscar Martínez (periodista investigador salvadoreño) y Edu Ponces (Foto-periodista catalán de Ruido-Photo), de la sección Migración, de El Faro.net, quienes trabajan en un proyecto amplio dirigido por Marcela Zamora que culminará con un documental y dos libros –fotografías y crónicas- luego de tres años intensos de trabajo investigativo. Los corresponsales de El Faro.net explicaron sus investigaciones sobre dramáticos abusos de las autoridades mexicanas contra los migrantes centroamericanos, y del negocio de secuestros en que se ha metido el cártel de Los Zetas. El trabajo definido como “observatorio periodístico de la migración” de El Faro.net está publicado en la plataforma llamada “En el Camino”, pero en resumidas cuentas más que un observatorio la investigación fue “ponerle rostro a los números”.
Los migrantes son personas vulnerables, que se esconden de las autoridades, y a la vez son víctimas de bandas de crimen organizado, quienes aprovechan su estatus para hacer negocios –apunta Oscar Martínez-; a lo largo de la entrevista se leen y escuchan frases que describen el paisaje dantesco: “Secuestros que no importan”; “el crimen organizado, es el poder real”; “nos hemos encontrado una crisis humanitaria escondida entre matorrales y vías de tren”; “los migrantes son secuestrados y asaltados por las autoridades públicas: Ejército, Policía Federal Preventiva, Policía Judicial, Policía Local e Instituto Nacional de Migración”; “…en esta locación de película de terror…”; “cuando Ustedes lleguen a ese pueblo en siete minutos los Zetas sabrán que están ahí, si hablan con el Alcalde será en tres… (refiriéndose a los periodistas)”; “cuando los narcos mandan, los migrantes pagan”; “hay un negocio estructurado entre coyotes y los Zetas, si quieres pasar tienes que pagar, de lo contrario te secuestran”; “la problemática de las mujeres migrantes es una situación de vulnerabilidad mucho mayor…(prostitución, trata, esclavitud, muerte civil)”; “la mayor tragedia de los migrantes centroamericanos… es una realidad que los políticos no conocen… las autoridades Centroamericanas no están haciendo nada… el Estado mexicano es responsable… cada día matan gente por ser migrantes”. Al final del reportaje aparece una tumba con una cruz que lleva la inscripción: “La joven madre y sus gemelos (10 de Noviembre de 2008)”, una especie de rudimentario monumento al migrante desconocido, en donde yace una joven de 23 años violada y asesinada…
Más allá de los hallazgos concretos en términos migratorios de este trabajo periodístico, nos queda la lectura sobre el anonimato de las víctimas y sobre el valor oculto que tienen las remesas; estamos muy mal acostumbrados a escuchar de manera simplista que recibimos más de tres mil millones de dólares en remesas al año o que en El Salvador se asesinan a más de trece personas al día, pero detrás de estos números hay rostros e historias, muchas de ellas crueles e inhumanas.
  El lado cualitativo o etnográfico de las estadísticas supone ponerle rostro a los números; tarea difícil y poco valorizada, de antropólogos o periodistas, pero sumamente necesaria para humanizar a nuestras sociedades frías y calculadoras. Ponerle “rostro a los números” supone descubrir a las víctimas, darles la palabra y hacerles justicia, una práctica a la que no estamos acostumbrados y preferimos ocultar, un número molesta menos que una historia…   

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